Cae la noche en la ciudad de Bogotá, pasadas las seis de la tarde los manifestantes salen a bloquear algunos puntos de la capital y los únicos organismos que los acompañan son la prensa independiente y popular y colectivos de Derechos Humanos. El ESMAD, aquella fuerza de choque creada en el 99 para disuadir disturbios, en la actualidad se ha convertido en un escuadrón de violenta represión, que dispara a quemarropa contra la humanidad de jóvenes indefensos cuyas únicas armas son piedras, bombas molotov y escudos de lata para defenderse; aquel escuadrón que viste de negro sale en la noche para poder arremeter con impunidad, cuando se supone que la ciudad duerme y no hay DD.HH, brigadas de salud o prensa.
La noche, peligrosa, engañosa y audaz, es usada por los sujetos armados hasta los dientes para reprimir, sin importar si llegan a matar, sin temor a ser vistos. Sin embargo, entre todo ese caos generado por el alzamiento popular, por las ganas de cambiar este platanal y por la rebeldía de la juventud, se encuentran aquellos voluntarios para las brigadas de salud y la Misión Médica, los que son profesionales de la salud y los que tienen conocimientos básicos o avanzados, todos los que quieren ayudar a rescatar y curar los heridos que provocan las armas “no letales” de la Fuerza Pública.
La Misión Médica se ha convertido en un órgano de suma importancia en el marco del Paro Nacional. Son personas que, aún siendo conscientes del gran peligro que corren, deciden salir a la línea del frente para socorrer a todo el que lo necesite. Con un spray lleno de neutralizador como única arma recorren todo el campo de batalla en busca de personas heridas o afectadas por los fuertes gases.
Es por esas enormes ganas de ayudar que nacen las diferentes brigadas de salud, grupos de hombres y mujeres que, de forma voluntaria, pasaron a integrar la Misión Médica bogotana. Su conformación se remonta a muchos años atrás, pero con el inicio del estallido social, más exactamente a comienzos del mes de mayo, más y más brigadas empezaron a surgir como respuesta al sinnúmero de heridos durante y después de las confrontaciones. Su objetivo es brindar los primeros auxilios de forma imparcial a todo el que resulte herido en medio de los enfrentamientos.
En la noche del lunes 21 y la madrugada del martes 22 de junio, el equipo periodístico de la Federación Médica Colombiana tuvo la oportunidad de acompañar a los voluntarios de una de las brigadas de salud en el Portal Suba, al noroccidente de Bogotá. Cerca de las nueve de la noche empezaron los choques entre el ESMAD y la Primera Línea de esa localidad, y los brigadistas empezaron a prepararse para lo que prometía ser una larga noche. Normalmente ellos cubren las manifestaciones que se llevan a cabo en el sur de la ciudad, pero dados los hechos ocurridos en los días pasados en Suba y los constantes llamados de auxilio, decidieron esta vez dirigirse hasta allá, pues durante una noche se presentaron más de sesenta heridos para muy pocos voluntarios de salud que había.
Empezaron a estallar las primeras granadas aturdidoras y los primeros gases lacrimógenos comenzaron a inundar todo el ambiente en los alrededores del portal. Las primeras acciones de los brigadistas fueron echarle neutralizador a los manifestantes e indicarles hacia dónde dirigirse. Lo inicial también es establecer un perímetro, saber a qué partes es bueno correr en caso de una arremetida del ESMAD y a qué parte poder llevar a los heridos. Es fundamental conocer el territorio donde se va a trabajar, saber cuáles son las posibles rutas de escape en caso de tener que hacerlo y saber hacia dónde llevar a los heridos; en medio de una intensa lluvia e intercambio de piedras y gases las y los voluntarios de la Misión Médica deben actuar con velocidad, pero a la vez con conciencia.
Comentan que una de las cosas que más puede dificultar la labor es que, por el afán de ayudar, muchos voluntarios hacen procedimientos indebidos o erróneos. El ser rápido al momento de actuar no significa dejar de lado la correcta atención; es por eso que enfatizan en que algo muy importante es educar a quienes quieren hacer parte de la Misión Médica. En su preocupación al ver personas que quieren ser útiles pero que no tienen los conocimientos necesarios, han realizado una serie de cursos de capacitación en primeros auxilios para que quienes quieran integrar las brigadas y prestar servicios de salud puedan hacerlo.
Los ataques a la Misión Médica se han visto en los casi dos meses de Paro Nacional, cuando agentes del ESMAD y la policía disparan directamente a la integridad de las y los voluntarios. Pero esas acciones no frenan su labor. Al contrario, los fortalece y anima a seguir adelante con su proceso. Con cascos, máscaras anti gas, gafas protectoras, guantes gruesos y banderas blancas en señal de paz o indicando que son neutrales, salen a las calles a hacer lo que más les gusta: ayudar.
“¡Hay un herido! ¡Necesitamos un médico!” Se escucha desde el otro lado de la calle, los voluntarios de las brigadas salen corriendo rápidamente hacia el punto y para eso deben cruzar todo el campo de batalla, atravesar la nube de gas lacrimógeno verde, esquivar las bombas aturdidoras que estallan por toda el área y prepararse para atender al herido. En primer lugar, deben hacer una valoración del estado general de la persona, evaluar la herida y la gravedad de la misma. Posteriormente proceden a cubrir la herida después de desinfectarla, le ponen una gasa encima y, si es necesario, le inyectan una sustancia contra el dolor al afectado.
Sin embargo, no siempre es el mismo procedimiento. Entre la noche del 21 y la madrugada del 22 dos manifestantes fueron heridos de gravedad en la cabeza. Ambos por impacto de granada lacrimógena, uno con herida craneana y otro con herida en un pómulo. En esos casos, se debe procurar no hacer procedimientos indebidos dada la gravedad de las heridas. La Misión Médica hace en el terreno lo que está a su alcance, pero no disponen de vehículos o ambulancias para evacuaciones de emergencia. Dos manifestantes más llegaron al punto de la Misión, una carpa montada en un parque aledaño a la Avenida Cali a unas pocas cuadras del Portal Suba; una mujer, en aparente estado de embarazo, fue afectada gravemente por el gas, por lo que se paró un taxi y entre todos se reunió dinero para poder llevarla a un centro de salud.
El verdadero reto estuvo con el segundo manifestante. Un joven de Primera Línea que fue herido por un impacto de balín que un agente del ESMAD le disparó de forma cobarde por la espalda, afectando posiblemente su columna vertebral y la labor se complicó al momento de hacer la evacuación. Cualquier mínimo movimiento podía ser fatal para la evolución del herido; se detuvo un vehículo particular que prestó su ayuda para la extracción y, en una labor de rescate, se acomodó el interior del vehículo de tal forma que el paciente pudiera ser trasladado sin complicaciones ni movimientos bruscos.
Así fue toda la noche y madrugada. Se les preguntó a qué hora se van usualmente a sus casas y respondieron en tono burlón “¿Casa? ¿Qué es una casa?”, dando a entender que su trabajo no conoce de horarios ni espacios. Bromean constantemente con respecto a sus pagos, “ahora esperar a que nos paguen los cuatro millones”, comentó uno de los integrantes de la Misión Médica, haciendo referencia a lo que un día alguien que condena la protesta y promueve su represión y persecución afirmó por los medios de comunicación que supuestamente a los brigadistas les pagan un aproximado de cuatro millones de pesos. Lo cierto es que ellos no reciben ningún tipo de pago, todo lo hacen de forma voluntaria y con el corazón, con las ganas de ayudar. La Misión Médica hoy en día constituye una de las líneas más importantes en el frente de batalla, son los primeros en reaccionar al momento de haber personas heridas.
Las gentes los respetan y les abren paso: “Huy, es la Misión Médica, pasen, pasen. ¡Dejen pasar a la Misión Médica!” Gritó un manifestante en medio de los enfrentamientos. Son los ángeles guardianes de la vida en las protestas, los que cuidan y sanan, los que hacen todo lo posible para que las y los manifestantes puedan volver a salvo a sus casas con sus familias, para que las mamás puedan ver un día más a sus hijos e hijas.
Finaliza el día en Suba, el ESMAD se retira y la Primera Línea celebra la victoria. Hubo un saldo de entre 25 y 30 personas heridas, ningún muerto. Es triste, pero fue un buen día en cuestión de heridos, hubo pocos y no muchos de gravedad. La situación ha podido ser peor, pues hay días en que los heridos ascienden a más de sesenta y los muertos igual. Para eso están las brigadas de salud, que junto con las demás primeras líneas de primeros auxilios que conforman la Misión Médica acuden a los puntos críticos en la ciudad, ya sea en el sur o en el norte.
Es hora de quitarse todo su equipo. Las gafas están blancas por el neutralizador y han dejado marcas en sus rostros que reflejan la fatiga y el sufrimiento, pero ellos están satisfechos de haber hecho todo lo posible y de haber realizado un buen trabajo. Cansados, se disponen a pedir vehículos para ir a sus casas, parte del día se centran en descansar o trabajar, pues muchos se dedican a otras cosas o tienen sus propias empresas. Cuando la noche cae vuelven a ponerse su traje de superhéroe, alistan los insumos médicos que las personas les donan y se dirigen hacia el punto más crítico en la ciudad para salvar vidas una noche más.
Fotos: Cristian Lesmes
Por: Cristian Lesmes Freelance de la Federación Médica Colombiana
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