El presidente de la Federación Médica Colombiana nos explicó porqué esta tercera ola del coronavirus sigue en aumento.
Lo que está sucediendo hoy en el país en relación a la tercera ola del coronavirus “es como si en Colombia se cayera todos los días un avión Jumbo 747 y se mataran todos los pasajeros”. Así es como describe el presidente de la Federación Médica Colombiana, el doctor Sergio Isaza, esta crítica situación en materia de salud que hoy tiene a los hospitales al borde del colapso.
Este tercer pico es el más grave de todos y pese a los altos números de contagios y decesos aún no alcanza su meseta. Llevamos semanas con más de 500 fallecimientos por día, una situación que además de ser muy grave requiere que se apliquen políticas de salud pública para dar un adecuado manejo al virus, ya que esta es una enfermedad que afecta a la población de manera masiva y desde muchos ámbitos.
En este sentido, según el doctor Isaza, se deben considerar aspectos como: la prevención para evitar los contagios, donde la participación ciudadana es fundamental; y la condición socioeconómica de la población, ya que es un factor determinante para crear estrategias adecuadas que permitan tener un control del virus. Sin embargo, desde el inicio de la pandemia, las estrategias en relación a la prevención han fallado, ya que han sido “muy deficientes por parte del Gobierno”.
Teniendo en cuenta que el manejo de la pandemia requiere de políticas de salud pública que consideren las particularidades del territorio y las necesidades de los colombianos, cuando llegó el virus por primera vez al país la Federación propuso, frente al tema de la prevención, cerrar las fronteras, exigir pruebas diagnósticas para quienes ingresarán al territorio nacional, además de una cuarentena de entre 10 y 14 días para evitar nuevos contagios.
También se planteó que era necesario procesar mínimo 50.000 pruebas diagnósticas por día para conocer en tiempo real los principales focos del virus y así lograr crear cercos epidemiológicos, pero solo después de un año se alcanzó esta meta; lo que evidencia que las acciones han sido tardías, “las políticas de salud pública han estado ausentes por lo menos en la oportunidad en el tiempo” y esto ha ayudado a que el virus se propague.
Respecto a las estrategias que debían plantearse teniendo en cuenta la condición socioeconómica de la población, era necesario que el Gobierno garantizara la renta básica, pues según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas(DANE) al menos el 50% de los colombianos actualmente vive en situación de pobreza.
Esto significa que el 50% de los connacionales deben salir a trabajar para buscar su sustento diario, y al hacerlo, se exponen más a los contagios del virus; por lo que la renta básica podría minimizar este riesgo, ya que le garantizaría unos recursos fijos a los ciudadanos para que pudiesen permanecer en casa. Aunque este programa se planteó desde el inicio de la pandemia contando con el apoyo de legisladores, no se adoptó en ese momento, y ahora nuevamente está siendo debatido en el Congreso.
Esta iniciativa podría subsidiarse a través de un nuevo régimen tributario para los sectores más pudientes del país, porque esta situación no se trata de elegir entre salud y economía, como señalaron expertos en su momento; sino de tener presente todos los ámbitos para generar estrategias eficientes y oportunas, porque como dice el doctor Isaza “sin salud no hay economía, y sin una economía saludable no puede haber una buena salud en el país”.
Esta tercera ola también ha sido tan severa por razones como la vacunación, que además de ser una negociación secreta, ha tenido falta de planeación; pues a pesar de las proyecciones los planes de vacunación no se han cumplido y no se tuvo mayor control, principalmente en la primera fase. Esto sumado a la poca disponibilidad de dosis, ha generado que este proceso se haga de manera lenta, cuándo debe ser masivo como se ha hecho en otros países.
La Federación además señala que también hay que dar prioridad al personal de transporte público, atención al cliente, maestros y el sector productivo, ya que son grupos poblacionales que en sus actividades diarias y laborales tienen alto riesgo de infección. De hecho, hoy las cifras demuestran que los mayores niveles de muertes y contagios están en personas entre los 18 y 46 años.
El doctor Isaza asegura que a esta falta de planificación se sumó que el proceso de vacunación, solo hasta ahora, está siendo controlado por las Secretarias de Salud departamental, pues se le dio prioridad a las Empresas del Sistema de Salud(EPS) para que se hicieran cargo, cuando las Secretarías tenían mayor experiencia en el tema.
Pese al elevado número de casos, viviendo hoy el pico más severo, donde la mayoría de los hospitales permanecen con un nivel de ocupación en UCI por encima del 85%, el país se prepara para la reactivación total, y en palabras del doctor Isaza, esto sería “cómo dar un salto al abismo” pues siguen haciendo falta garantías y políticas de salud pública para proteger a la población.
“Pareciera que hubiera una reticencia por parte del Gobierno para tratar a profundidad la situación” que afecta no solo la salud, también el ámbito económico y social. Muestra de ello es el paro nacional, el cual es un estallido social en el que se evidencia que la gente no da más ante un país que le niega todo tipo de oportunidades, hasta los derechos humanos, pues la respuesta del Estado ha sido solo una ola de violencia que no da tregua, donde hasta la misión médica ha sido violentada por parte de las fuerzas armadas.
Teniendo en cuenta que las vacunas son uno de los instrumentos de salud pública, es necesario que se liberen las patentes para garantizar su producción a escala y que lleguen a la población de manera masiva. También, siguen siendo indispensables medidas preventivas, ya que sin vigilancia y con un proceso de vacunación lento, el virus se seguirá saliendo de control.
Otro de los problemas, es que si bien esta es una situación sanitaria que se vive a nivel mundial, las farmacéuticas convirtieron la inmunización en “un negocio muy lucrativo” exigiéndole además a cada gobierno que se creará una ley para exonerarlas de cualquier efecto secundario que las vacunas pudieran tener sobre la población. Aunque inicialmente se propuso la compra de estas entre Estados soberanos, esta propuesta no prosperó, y la producción y venta del biológico quedó a cargo de los privados, lo que evidencia “el gran poder económico, político y empresarial” que hay detrás.
“Si no hay un cambio de política van a seguir muriendo muchas personas” pues la vacunación no es suficiente. El biológico minimiza el riesgo de exposición al virus, pero esto no significa que la gente debe relajarse con las medidas, ya que la persona no solo no deja de contagiarse sino de ser infecciosa; por eso todavía es necesario mantener todos los protocolos de bioseguridad y el autocuidado.
Y sobre todo se requiere un cambio de política, porque no se puede seguir pensando la pandemia sin tener en cuenta la crisis social y económica que se está viviendo, pues ha sido evidente que mucho de lo que se ha hecho hasta ahora sigue sin funcionar.
En relación al plan nacional de vacunación que se viene adelantando desde el pasado 17 de febrero, se necesita que este sea un proceso abierto y masivo para lograr lo que el Gobierno prometió: inmunidad de rebaño, porque al paso que vamos podría tardar más de lo que se estipuló, “tenemos que superar las 250.000 vacunas diarias para lograr la inmunidad este año”.
Mientras esto no suceda, seguirán siendo más los contagios y las muertes que hoy llegan a las 91.961, dentro de los cuales hay casi 1.000 profesionales de la salud entre médicos, enfermeras y auxiliares de enfermería; pues después de 15 meses de pandemia el Gobierno sigue sin ofrecerles las suficientes medidas de bioprotección y las Administradoras de Riesgos Laborales( ARL) no les cubren incapacidad por COVID-19. Aunque muchos los han llamado héroes, los profesionales de la salud no son más que otras víctimas de esta situación.
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