Feminización del sector salud y la urgencia de un enfoque de género en la reforma. Género, salud y precarización: la necesidad de una transformación estructural
Comunicaciones Federación Médica Colombiana | Marzo 12 de 2025

Imagen tomada de JESHOOTS.COM
Judith Butler ha cuestionado el concepto de “empoderamiento”, advirtiendo que, si bien surgió como una idea de resistencia y emancipación, ha sido cooptado por discursos neoliberales que lo reducen a una responsabilidad individual, desvinculándolo de la transformación estructural y la lucha colectiva contra la desigualdad. Desde una perspectiva feminista crítica, es fundamental reformular este concepto en términos de equidad, autonomía y justicia social, especialmente en sectores como el de la salud, donde las mujeres constituyen la mayoría de la fuerza laboral, pero continúan enfrentando condiciones desiguales.
La feminización del sector salud ha evidenciado brechas estructurales que limitan el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo, restringen su autonomía profesional y perpetúan condiciones laborales precarias. Estas se manifiestan en la sobrecarga de trabajo, la inestabilidad en la contratación y la persistente brecha salarial de género. A nivel global, reducir estas inequidades es fundamental no solo para mejorar las condiciones de las trabajadoras, sino también para fortalecer la eficiencia, equidad y resiliencia de los sistemas sanitarios.
El acceso equitativo a oportunidades de formación especializada, la implementación de políticas laborales con enfoque de género y la erradicación de la violencia y el acoso en los entornos de trabajo sanitario son medidas esenciales para garantizar la participación justa de las mujeres en el sector. No se trata solo de incrementar su presencia numérica, sino de transformar las estructuras que perpetúan su subordinación y precarización.
Feminización y precarización del trabajo en salud
Sin embargo, esta feminización también ha traído consigo un fenómeno preocupante: la precarización del trabajo desempeñado mayoritariamente por mujeres. En muchos países, incluido Colombia, las mujeres en el sector salud suelen ocupar puestos con salarios más bajos, inestabilidad laboral y menor reconocimiento en comparación con sus colegas hombres.
Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares 2019 (GEIH)(1), las mujeres representan el 68% de la fuerza laboral en salud, una cifra en constante aumento. No obstante, a pesar de ser mayoría, están concentradas en ocupaciones de menor calificación y menor valoración social y económica. Además, la feminización del sector ha estado acompañada por dinámicas de discriminación, violencia e inequidad, afectando no solo su bienestar, sino también la calidad de los sistemas de salud.
Esta precarización impacta directamente la crisis del acceso a la salud materna. La reducción progresiva de salas de maternidad y la centralización de los servicios obstétricos han afectado gravemente a las mujeres, tanto como trabajadoras del sector como pacientes. En regiones apartadas de Colombia, muchas mujeres deben desplazarse largas distancias para recibir atención en el parto, aumentando el riesgo de morbimortalidad materna. Mientras tanto, el personal de salud femenino enfrenta una sobrecarga laboral en las pocas unidades que continúan operativas, con turnos extenuantes y condiciones deterioradas. El cierre de servicios de maternidad no es solo una consecuencia de la crisis hospitalaria, sino un reflejo de la marginación de la salud femenina en la política pública.
El peso del trabajo doméstico: una doble carga para las trabajadoras de la salud
A esto se suma la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, que recae desproporcionadamente sobre las mujeres. Muchas trabajadoras del sector salud son madres y cabeza de hogar, lo que implica que, además de enfrentar largas jornadas laborales y contratos inestables, deben asumir en solitario el cuidado de sus familias sin apoyo estructural. La falta de servicios de cuidado infantil accesibles y la ausencia de licencias parentales equitativas perpetúan una situación de agotamiento y estrés que impacta directamente en sus vidas.
Este escenario demuestra que la equidad de género en la salud no puede abordarse exclusivamente desde el ámbito laboral, sino que requiere una transformación de la política pública. Sin medidas concretas que reconozcan y redistribuyan la carga del trabajo de cuidado, las trabajadoras de la salud seguirán atrapadas en un sistema que exige sacrificios sin ofrecer garantías.
La reforma a la salud y la urgencia de un enfoque de género
Ante esta problemática, la reforma a la salud en Colombia prioriza un enfoque de género, reconociendo la necesidad de transformar un sistema que históricamente ha perpetuado desigualdades. Esto implica:
- Mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de la salud.
- Garantizar equidad en la remuneración y estabilidad en el empleo.
- Fortalecer medidas contra la violencia de género dentro del sistema de salud.
- Incorporar la perspectiva de género en la atención médica y la política pública.
- Reabrir y fortalecer las salas de maternidad en las regiones más afectadas.
- Implementar políticas que alivien la carga del trabajo doméstico y de cuidado para las trabajadoras de la salud, garantizando servicios de cuidado infantil accesibles y licencias laborales equitativas.
Más allá de una cuestión de justicia, estas reformas son una necesidad estructural. Construir un sistema de salud más equitativo y eficiente implica que las mujeres no solo sean mayoría en la fuerza laboral, sino que también ocupen espacios de liderazgo y decisión en condiciones dignas.
La salud no puede seguir operando sobre la base de la desigualdad. Es momento de un cambio real, con políticas que garanticen no solo cobertura universal, sino también equidad de género en el sector salud.
- https://observatoriomujeres.gov.co/archivos/publicaciones/Publicacion_164.pdf
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