El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica, antes conocida como depresión maníaca, que afecta a los mecanismos que regulan el estado de ánimo. Según señala la Organización Mundial de la salud (OMS), alrededor de 40 millones de personas padecían trastorno bipolar en el mundo en el año 2019. Estos datos pueden ser mayores, considerando que uno de los principales problemas de este tipo de trastorno es que se tarda en detectar con una media de entre 5 y 10 años, ya que a menudo se confunde con depresión.
La causa de este tipo de trastorno mental es biológica y genética, aunque existen una serie de desencadenantes, tales como el estrés, algún acontecimiento traumático, el consumo de drogas o la falta de sueño.
Tal y como se indica en la web del Hospital Clínic de Barcelona, en el caso de las personas que tienen trastorno bipolar, funciona erróneamente el sistema límbico, que es el responsable de regular las emociones y de que el estado de ánimo esté estable y acorde a las circunstancias. Debido a ello, su estado de ánimo sufre bruscas alteraciones sin que necesariamente exista un motivo personal, laboral, familiar o social que lo justifique.
El trastorno bipolar se caracteriza por presentar episodios recurrentes que van desde la manía o hipomanía (alegría, exaltación o euforia) hasta la depresión (tristeza, inhibición e ideas de muerte).
Sin embargo, hay pacientes en los que la manía y la depresión no se suceden, sino que coexisten, son los denominados cuadros mixtos o estados mixtos. El trastorno bipolar mixto es altamente prevalente, ocurre en el 30% al 40% de los pacientes bipolares, observándose más casos en mujeres que en hombres.
La complejidad del diagnóstico del trastorno bipolar mixto
El diagnóstico correcto de esta fase mixta es un gran desafío para los profesionales, ya que puede pasar más inadvertida que la manía pura. No obstante, su diagnóstico cobra mayor importancia debido a que se asocia con aumento del riesgo de suicidio. Según el estudio “Epidemiología, diagnóstico y manejo de la manía mixta”, el curso y el pronóstico de la manía mixta son peores que el de las formas maníacos puras a medio y largo plazo, con tasas de recurrencia más altas, mayor frecuencia de abuso de sustancias y un mayor riesgo de ideación e intentos suicidas.
Desde el punto de vista práctico, esta combinación de estados de ánimo coexistentes se traduce en un predominio de ansiedad e irritabilidad (disforia) que suele provocar a menudo enfrentamientos en las relaciones interpersonales.
El trastorno bipolar no tiene cura actualmente, pero un seguimiento y tratamiento adecuado permiten a la mayoría de los pacientes llevar una vida con normalidad en los ámbitos laboral, social y familiar. El objetivo del tratamiento siempre es alcanzar la estabilidad del paciente. El tratamiento farmacológico es necesario e imprescindible, ya que ha demostrado ser eficaz en el control de los síntomas y en la prevención de recaídas.
Pero, además, existen otras medidas que deben adoptarse para mejorar la evolución de la enfermedad, como el abordaje psicológico o llevar unos hábitos de vida saludables y ordenados.
Foto: Freepik
Tomado de: adamedtv.com
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