Tal vez una de las palabras mas duras y difíciles de asimilar es SUICIDIO, que quiere decir muerte (CIDIO) por sí mismo o por uno mismo (SUI), como lo dicen las dos acepciones griegas que la componen. El suicidio es tragedia, es agresión; es propio de cobardes, dicen unos o de valientes, dicen otros. Desde la perspectiva médica y biológica supone un desequilibrio o un trastorno mental y del comportamiento, puesto que atenta contra el instinto de conservación. En fin, sea lo que sea, el suicidio adelanta la inevitabilidad de la muerte y produce mucho dolor a quienes tenían vínculos con la persona suicida y no esperaban su desaparición. En resumen, el suicidio es un problema de salud para las familias y para la sociedad en general, lo que lo convierte también en un problema de Salud Pública. Por lo tanto, compete su prevención a toda la sociedad y al Estado.
La Organización Mundial de la Salud-OMS, estima que “la frecuencia del intento de suicidio es 20 veces mayor que la del suicidio consumado. En la población general mayor de 15 años, la prevalencia de las tentativas se señala de un 3% al 5 %; en el grupo de edad de 15-34 años se registra el mayor número de intentos de suicidio”. Según el Boletín de Salud Mental – Conducta suicida – Subdirección de enfermedades no transmisibles, del Ministerio de Salud, en Colombia 18 personas por cada milón de habitantes intentaba suicidarse en el año 2009 mientras que al terminar el 2016 lo hicieron 524. Y eran coterráneos nuestros que estaban entre los 10 y los 80 o mas años de edad.
Según la Organización Panamericana de la Salud -OPS- “en la Región de las Américas se notificó un promedio de 98,000 muertes por suicidio al año entre 2015 y 2019, siendo la tasa de suicidio en América del Norte y el Caribe no hispano superior a la tasa regional”. Al consultar la página web del Minsalud no se encuentra información específica sobre número de suicidios en Colombia, no es posible acceder a varias de las secciones de salud mental y no se actualiza desde 2019. Afortunadamente, las líneas de atención en salud mental, aunque no existen en todo el territorio nacional, sí funcionan en la mayoría de los departamentos del país, pues Amazonas, Buenaventura, Caquetá, Cauca, Guaviare y Norte de Santander no cuentan con este servicio. Es necesario que las comunidades, el personal sanitario y la población en general tome nota de esta situación inaceptable y convoque a los gobiernos respectivos a que cumplan de inmediato con su obligación ante sus gobernados.
Si tenemos en cuenta que la depresión, la desesperanza, el aislamiento social, el hambre, la violencia, el desempleo y el consumo de sustancias psicoactivas, entre otros, están claramente identificados como factores que predisponen a conductas suicidas, es necesario actuar sobre los determinantes que generan esas situaciones. De eso se encargarán los programas de gobierno. Pero desde ya y mientras tanto, por siempre, es necesario mantener formas de ayuda inmediata, disponibles día y noche, que auxilien a quien su sufrimiento o trastorno lo está llevando a un proceso que puede culminar con la pérdida de su propia vida.
Es necesario divulgar ampliamente entre toda la población las líneas de prevención y apoyo a quienes tienen ideas suicidas buscando en internet “líneas de atención en salud mental, suicidio”. También compete aprender a identificar conductas que hagan pensar en la posibilidad de que alguien que esté muy triste, bravo, aislado o que al preguntarle por su situación o por su estado de ánimo exprese ideas suicidas. Ante esto no dudemos en darle ayuda con solo escucharle y apoyarlo en la búsqueda de atención idónea.
Un programa pedagógico permanente por radio, televisión, internet, redes sociales, escuelas, universidades y sitios de trabajo, sería un valioso instrumento para incidir positivamente en la disminución de suicidios en Colombia.
SERGIO ISAZA VILLA, M. D. – PEDIATRA
PRESIDENTE
FEDERACIÓN MÉDICA COLOMBIANA
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