La pionera operación, realizada en la Universidad de Nueva York, acerca el objetivo de emplear órganos animales en humanos
Un equipo de cirujanos estadounidenses ha trasplantado con éxito un riñón de cerdo a una mujer en muerte cerebral, un hito médico que acerca el objetivo, todavía lejano, de emplear órganos animales en humanos. El riñón, obtenido de un ejemplar modificado genéticamente, funcionó correctamente durante 54 horas, según han explicado los investigadores a USA Today, el periódico que ha revelado la noticia. La operación se llevó a cabo el 25 de septiembre en el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.
El nefrólogo Rafael Matesanz, fundador de la exitosa Organización Nacional de Trasplantes de España, aplaude el nuevo avance. “La experiencia es fascinante porque, al menos a corto plazo, la modificación genética introducida ha permitido salvar la barrera interespecies, algo que se perseguía desde hace décadas”, reflexiona. Matesanz subraya que todavía quedan “muchísimas interrogantes” antes de dar el salto a la clínica, como descartar el rechazo del órgano porcino a medio plazo. El experto recuerda el caso de Stephanie Fae Beauclair, una niña estadounidense que en 1984 aguantó 21 días con un corazón de mandril trasplantado. “En las experiencias de cerdo a mono desarrolladas en los noventa se evitó el rechazo inmediato, pero no el de unas semanas después”, alerta Matesanz.
La nueva operación, dirigida por el cirujano Robert Montgomery, implantó el riñón de cerdo en el muslo izquierdo de la mujer, simplemente para tener el órgano a la vista y poder monitorizarlo con facilidad. La orina comenzó a brotar en cuanto la sangre humana fluyó por el órgano porcino, según la información publicada en USA Today. La familia de la mujer en muerte cerebral había autorizado el ensayo previamente al considerar que a ella —donante y amiga de personas con insuficiencia renal sometidas a diálisis— le habría encantado participar. El propio Montgomery vive con el corazón de un donante desde hace tres años.
El cirujano estadounidense ha afirmado que el trasplante funcionó “incluso mejor” de lo que esperaba. “Se parecía a cualquiera de los trasplantes con donantes vivos que he realizado. Muchos riñones de personas fallecidas no funcionan de inmediato y tardan días o semanas en arrancar. Este funcionó enseguida”, ha explicado Montgomery al diario The New York Times. Tras la operación, la mujer en muerte cerebral fue desconectada de la máquina de soporte vital que le mantenía la circulación de la sangre para poder llevar a cabo el experimento.
La Organización Mundial de la Salud calcula que se hacen unos 130.000 trasplantes al año en el planeta, menos del 10% de los necesarios. España es líder mundial en donación desde hace tres décadas, pero la reducción drástica de los accidentes de tráfico —la tradicional fuente de órganos— también está obligando a buscar alternativas. Disponer de recambios animales sería una solución a esta carestía, según científicos como el español Juan Carlos Izpisua, aunque Matesanz recalca que dar el salto a la clínica “no va a ser nada fácil”, sobre todo por razones éticas. Un paciente que necesite un riñón puede esperar con diálisis hasta que haya un recambio humano disponible, recalca el nefrólogo. “Ofrecer un riñón de cerdo a una persona está manifiestamente por debajo del estándar. Los comités éticos se lo van a pensar cinco veces”, argumenta Matesanz. El cirujano Robert Montgomery ha declarado que el siguiente paso será, “probablemente”, intentar trasplantar un corazón, un órgano vital y con una mayor lista de espera, aunque ya hay corazones artificiales que permiten ganar tiempo para encontrar un donante.
“La modificación genética ha permitido salvar la barrera interespecies, algo que se perseguía desde hace décadas”
Detrás del trasplante de Nueva York está la empresa estadounidense Revivicor, constituida en 2003 a partir de la compañía británica PPL Therapeutics, implicada a su vez en 1996 en la creación de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Revivicor modifica un gen concreto de los embriones porcinos, denominado Gal, para obtener cerdos con órganos más compatibles con los primates, como ya habían demostrado varios experimentos previos con monos. Los detalles del procedimiento están pendientes de publicación en una revista científica.
El químico español Marc Güell es uno de los cofundadores de eGenesis, otra empresa estadounidense dedicada a intentar humanizar órganos de cerdo para trasplantes. Güell considera que el avance de su competencia es “una fantástica noticia” y cree que era “totalmente esperado que serían los primeros”. El investigador recuerda que el campo de los xenotrasplantes —los trasplantes de una especie a otra— pasó “una época muy dura” a comienzos del siglo XXI, tras varios fracasos. En los últimos años, sin embargo, la revolucionaria técnica de ingeniería genética CRISPR, capaz de editar genes de manera rápida y barata, ha acelerado los avances científicos. “Ahora hay un renacimiento de la ingeniería del cerdo”, celebra Güell, de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.
La operación de Nueva York abre una nueva fase en una carrera que dura más de medio siglo. El cirujano estadounidense Keith Reemtsma ya trasplantó a la desesperada riñones de chimpancé a 13 personas entre 1963 y 1964. Todos los pacientes murieron, por rechazo o infecciones, aunque una profesora de 23 años sobrevivió casi nueve meses. Reemtsma, fallecido en 2000 a los 74 años, afirmaba que los xenotrasplantes estaban ya presentes en la mitología griega, con el personaje de Dédalo, que fabricó unas alas de pájaro para que él y su hijo Ícaro escapasen del laberinto de Creta.
Aquella idea mitológica está cada vez más cerca de ser realidad, gracias a la ingeniería genética y las técnicas de clonación, que permiten obtener cerdos cuyos órganos no provocan una respuesta exacerbada del sistema inmune humano. En la intervención quirúrgica de Nueva York, además, el equipo de Montgomery trasplantó el riñón junto al timo, la glándula porcina que produce glóbulos blancos, para ayudar a impedir el rechazo. El cirujano afirma que “no parecía haber ningún tipo de incompatibilidad” entre el órgano de cerdo y el cuerpo humano. A su juicio, este es el camino para tumbar un viejo paradigma: que una persona tenga que morir para que otra viva.
Por: Manuel Ansede
Tomado de: Elpais.com
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