“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

Las autoridades de salud de España dieron a conocer que en ese país ha aumentado la circulación de una variante del nuevo coronavirus Sars-CoV-2 hallada en Colombia, que ya había sido incluida hace pocas semanas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) dentro del grupo de interés que requiere una vigilancia especial en el marco de la actual pandemia.

Si bien dicha variante no es exclusiva del país y circula en otras regiones desde hace algunos meses, su estudio, identificación y puesta a consideración de la OMS son fruto de la rigurosa investigación del grupo de genómica del Instituto Nacional de Salud (INS), lo que le mereció el reconocimiento que incluyó cualificarla con el nombre del país.

Sin embargo, sobre la información que circula en varios medios europeos sobre la preocupación de la Comunidad de Madrid frente a una supuesta variante colombiana de covid-19, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, en comunicado conjunto, sostienen que no existe una variante colombiana del virus, y que esta en particular se trata de una variante más de las identificadas en el país.

Se trata de la variante B.1.621, identificada dentro de los procesos de análisis que realiza el INS en todo el territorio nacional. En abril de este año, después de seguirle sus huellas, los investigadores nacionales le solicitaron a los administradores de la plataforma Pangolín (que la OMS dispuso específicamente para la vigilancia mundial de las secuencias genéticas del SARS-CoV-2) la codificación y asignación de un nombre para esta secuencia hallada en el país, en la que se observan mutaciones de interés.

Esta no es la primera vez que se relacionan las variantes del virus con el origen geográfico donde se identificaron, ha sido así desde el principio de la pandemia.

“Esto resulta delicado, ya que además de generar información confusa sobre el origen del virus y el riesgo potencial que representa cada una de las variantes, propicia la discriminación y la estigmatización de países o territorios. De ahí que la Organización Mundial de la Salud (OMS) haya resuelto esta semana establecer nuevos nombres para las variantes del covid-19 utilizando para su nomenclatura las letras griegas”, indicó el virólogo Jairo Méndez, Asesor regional en enfermedades virales de la OPS.

De acuerdo con Carlos Franco, investigador del Grupo Genómico de Microorganismos Emergentes del INS, dicha variante fue identificada por primera vez en Colombia en enero de 2021 y está emparentada con el linaje B.1, que circula tradicionalmente en el territorio nacional desde el inicio de la pandemia y del que en los análisis filogenéticos y evolutivos a los que ha sido sometido se encontró una dispersión en diferentes departamentos.

“Teníamos linajes B.1 con una o hasta tres mutaciones, las cuales, según los protocolos de vigilancia, requerían ser codificadas o bautizadas para facilitar la labor de los investigadores que en el mundo realizan el seguimiento de las características del virus en el marco de la pandemia”, dice Franco.

El investigador aclara que la plataforma Pangolín en la que fue incluida es un algoritmo propuesto por virólogos reconocidos para unificar y universalizar con un nombre todas las modificaciones del virus, que luego son clasificadas como de interés o preocupación por las autoridades sanitarias del mundo, en este caso la OMS.

Franco dice que en el caso de la variante hallada en Colombia, su importancia radica en que la proteína S del virus (proteína Spike) presenta tres mutaciones de interés que pueden asociarse al aumento de la capacidad para transmitirse y a afecciones de la inmunidad natural o artificial, lo que requiere un seguimiento y una vigilancia constantes.

La directora del INS, Martha Ospina, ha insistido en que no se le puede denominar como variante colombiana, porque si bien fue identificada por primera vez en el país, también ha sido hallada en otros lugares y no se puede caer en una estigmatización por cuenta del trabajo serio que hicieron los investigadores nacionales.

Aquí vale la pena aclarar que, según los investigadores del INS, por ahora no se ha comprobado que esta variante sea más agresiva o resistente a las vacunas y que las condiciones siguen siendo hipótesis válidas en el mundo de la ciencia.

En el territorio nacional, se ha logrado identificar en Antioquia, Nariño, Sucre, Atlántico, Magdalena, La Guajira, Bolívar, Norte de Santander, Santander, Arauca, Vichada, Caquetá, Amazonas y Bogotá.

Después de su clasificación, la variante Colombia se ha encontrado también en Estados Unidos, Curazao, México, Países Bajos, Dinamarca, Alemania y España, entre otros. De ahí que no se puede hablar de una modificación del virus exclusiva del país, “pero sí representa un aporte científico del país para el mundo, que demuestra que la estrategia de vigilancia genómica nacional funciona y que gracias a la rigurosidad de estos análisis, permite generar evidencia útil y práctica, para tomar decisiones”, remata Franco.

Para confirmarlo, se debe anotar que la carrera para identificar las mutaciones y los linajes del SARS-CoV-2 parece no tener fin, al punto que hoy ya se han realizado más de 1’060.000 secuencias y se han identificado más de 500 linajes del virus en un proceso en que pocos países pueden participar.

En el caso de Colombia, la vigilancia genómica no se inició con el covid-19, sino que empezó en el 2014 con la determinación de los linajes del virus del dengue y posteriormente los del chikunguña, zika y sarampión importado.

“Creo que este tipo de vigilancia genómica es muy importante a nivel local y mundial porque subraya el potencial de que el virus cambie (de manera que afecte su epidemiología) en cualquier rincón del mundo donde haya una transmisión comunitaria constante. Se ha prestado mucha atención a las variantes en Reino Unido, Sudáfrica, Brasil y California, pero algunos países, debido a varias razones, desconocen la naturaleza de las variantes locales, las cuales podrían representar una amenaza igualmente importante para los esfuerzos de control”, afirma Julián Villabona-Arenas, especialista en epidemiología molecular vinculado al Centro de Modelaje Matemático de Enfermedades Infecciosas (CMMID) de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM).

En concreto sobre la variante Colombia B.1.621 explica que si se llega a observar y acumular evidencia contundente de que es más infectiva, podría ser catalogada entonces como variante de preocupación (VOC), como es el caso de la B.1.1.7 en el Reino Unido. “Sin embargo, la evidencia para la B.1.621 aún es preliminar. Esta incertidumbre sobre su posible impacto es normal en esta etapa, pues acumular evidencia que demuestre que una variante es más infectiva o más severa requiere un período de observación más largo y evidencia genómica, epidemiológica y estadística, como, por ejemplo, considerar factores como el nivel de movilidad humana o el nivel de intervenciones locales”, remata.

Por: Unidad Salud
Tomado de: Eltiempo.com