“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

Debido a la difícil situación que se presenta en Cali y al bloqueo de varias carreteras, los pacientes de varios puntos del país que necesitan diálisis empiezan a pasar apuros. En la capital vallecaucana está la principal planta desde donde se distribuyen insumos para ese vital tratamiento.

Si no hay pronto un acuerdo que permita resolver los reclamos de quienes se encuentran en paro y que apacigüe el descontento de miles de ciudadanos con el gobierno de Iván Duque, serán días difíciles para quienes tienen dificultades con sus riñones. La compleja situación que atraviesa el país también los ha afectado inesperadamente: los insumos que permiten alargar sus vidas han empezado a escasear. A algunos ya les han acortado ese popular tratamiento conocido como diálisis. Otros ven cómo sus reservas en casa se comienzan a agotar.

Desde que en la década del 40 del siglo XX se llevaron a cabo las primeras diálisis exitosas en seres humanos, ese mecanismo se convirtió en un camino esencial para quienes presentan fallas en sus riñones. Extraer las toxinas de la sangre y el exceso de agua que no pueden eliminar esos órganos ha permitido que millones de pacientes prolonguen su vida. Hoy en Colombia hay, aproximadamente, unos 30 mil que requieren este tratamiento, pues tienen insuficiencia renal crónica. Unos van tras semanas a un centro de salud para que se la practiquen (hemodiálisis) y otros lo hacen en su casa (diálisis peritoneal).

Pero, dice Daniel Posada, “estamos verdaderamente preocupados. Los próximos días podemos enfrentar una situación crítica. Ya hay varios puntos que nos han alertado del desabastecimiento y hay pacientes que están comenzando a quedarse sin reservas”.

Posada es quien está al frente de la Veeduría Renal Nacional, un grupo que se creó hace más de una década para hacer acompañamiento a los pacientes que tienen falla renal y que requieren diálisis. Los datos que ha podido recoger en la última semana lo tienen un poco nervioso: “Ya sabemos que ocho clínicas de Bogotá tuvieron que disminuir sus horas de diálisis: pasaron de cuatro horas a tres. Manizales es uno de los casos más críticos y estamos trabajando con la Personería para que nos ayuden a crear un corredor humanitario que permita el paso de tractomulas con insumos”.

Como cuenta Posada, a diferencia de otros tratamientos o medicamentos, los insumos para realizar las diálisis a los pacientes colombianos representan un volumen muy grande, imposible de transportar en pequeños camiones o ambulancias. Además, la situación de Cali los ha puesto en una situación muy compleja. En la capital vallecaucana está la planta de la principal compañía que distribuye esos artículos al resto del país: laboratorios Baxter S. A.

En palabras de Alfonso Bunch, director nacional de operaciones para RTS Colombia, que presta servicios a pacientes con insuficiencia renal y es filial de Baxter, se trata de un asunto crítico. “Usualmente movemos unas 200 toneladas diarias de estos insumos y de líquidos endovenosos desde Cali hacia otras ciudades del país. Eso equivale a unas 15 tractomulas”, cuenta.

Según Bunch, el primer lugar que lanzó alertas sobre desabastecimiento fue Buga, a donde tuvieron que enviar insumos en helicóptero. Ahora han recibido reportes de Ibagué, Girardot, Popayán y algunas ciudades de Boyacá. “Lo que pedimos es que nos abran un corredor de manera permanente para transportar estos productos y para que nos puedan llegar insumos desde los puertos. Las caravanas humanitarias que ha liderado la Cruz Roja han sido muy importantes, pero apenas alcanzan, en nuestro caso, para mover un pedacito de la carga que solemos llevar”, dice.

El problema es, justamente, ese: al ser un volumen tan grande de insumos, no han logrado encontrar una solución para transportarlos. Solo hasta el lunes, asegura Posada, después de tocar muchas puertas, entraron nueve tractomulas a Bogotá, “pero eso es una cantidad que continúa siendo insuficiente para lo que requieren todos los pacientes. Y el problema es que la diálisis no se puede interrumpir. Un paciente la necesita de manera permanente o hasta que tenga la posibilidad de que se le realice un trasplante”.

Hace unos días, de hecho, la Asociación Colombiana de Nefrología envió una carta al ministro de Salud, Fernando Ruiz, pidiéndole especial atención a este problema. “La interrupción de terapia dialítica hace que los pacientes no puedan suplir las funciones de los riñones, lo cual los expone al riesgo de fallecer en un período corto”, anotaban. “Ante esta grave situación, queremos poner de manifiesto la necesidad urgente de priorizar el apoyo para el traslado de pacientes renales a sus centros de diálisis y facilitar el transporte de insumos médicos a las diferentes ciudades del país”.

Reyna Tesone, que debe ir tres veces por semana a un centro de salud para que le hagan diálisis durante cuatro horas, tiene una frase para resumir lo que significa esto para ella: “Que nos quiten la diálisis es, simplemente, el paso entre la vida y la muerte. Dependemos de estas máquinas para llevar una vida normal. En mi caso ya nos dijeron que me la iban a reducir a tres horas, porque están cortos de insumos”.

A los ojos de la Asociación Colombiana de Nefrología, el Gobierno debe hacer todo lo posible para resolver este asunto pronto, así sea con caravanas humanitarias o, señalan, “con los recursos aéreos que estén a disposición del Estado y de esta manera evitar una catástrofe sanitaria de gran magnitud”.


Tomado de: Eltiempo.com