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Han mostrado evidencia y avanzan a toda prisa. Un estudio analizó sus técnicas y en qué momento van.

Un artículo publicado en la prestigiosa revista científica Journal of American Medical Association (JAMA) hace un balance sobre el desarrollo de las vacunas contra el Sars-CoV-2 y el impacto que estos proyectos han tenido en las economías del mundo bajo la premisa de que son la medida más expedita para lograr la normalidad

De acuerdo con sus autores, la pandemia del nuevo coronavirus ha generado cambios sustanciales en la provisión de atención médica, políticas de salud pública sin precedentes y además en la práctica de la medicina. Todo esto ha impulsado nuevas formas de vivir en la mayoría de personas del planeta.

En paralelo, se han introducido cambios inéditos en los procesos de desarrollo de vacunas, al punto que los plazos habituales de 15 a 20 años que se tenían para la elaboración de biológicos hoy se podrían acortar a menos de un año y medio.

Y aunque las medidas generalizadas de cuarentena, aislamiento y distanciamiento físico han contrarrestado la propagación del Sars-CoV-2, los países siguen enfrentando los desafíos más grandes “para la reapertura de la sociedad”, dicen los autores. Y en este punto está claro que la única forma de proporcionar inmunidad efectiva es con una vacuna segura.

Con estos antecedentes, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS) lanzó la operación “Warp Speed”, una asociación entre el gobierno y la industria que tiene como objetivo entregar 300 millones de dosis de una vacuna eficaz antes de enero del 2021.

En el curso de este ambicioso plan se encontraron con 125 posibles vacunas que rápidamente se redujeron a 14 candidatos en mayo pasado y ya para junio la lista se limitó a cinco candidatos principales.

Y, dada la importancia que esto tiene para los Estados Unidos y el mundo, el artículo analizó el estado de cada uno de esos proyectos principales que en esencia tienen como objetivo buscar la producción orgánica de anticuerpos dirigidos contra una estructura fundamental de la superficie del Sars-CoV-2 ubicada en una de sus espigas, lo que impediría su unión a las células y su replicación.

De las cinco potenciales vacunas algunas tienen como método el ARN mensajero en un virus recombinante y en la utilización de vectores.

Vacunas basadas en ARN mensajero

De acuerdo con el artículo, las vacunas (ARNm) ofrecen una metodología novedosa. Y aunque se ha mostrado prometedora aún no se ha usado comercialmente.

Como se sabe, el ARNm es el paso intermedio entre la traducción del ADN y la producción de proteínas dentro de las células. Y estas vacunas actúan bajo la premisa de que dicho ARNm modificado -es decir diseñado- puede producir un antígeno (proteína estructural del virus) de tal manera que este pueda fabricarse dentro de las células sin producir daño, lo que en teoría conduciría a que el organismo humano reaccione contra él en forma de anticuerpos o de defensas celulares.

La ventaja de estas vacunas es que evita la introducción en el organismo de partes vivas, muertas o de subunidades del Sars-CoV-2, lo que le conferiría un mayor nivel de seguridad.

Sin embargo, debido a que el ARN mensajero es muy susceptible a la acción de enzimas extracelulares que lo pueden descomponer, los investigadores buscan introducirlo dentro de un sistema complejo de lípidos resistentes que lo puedan proteger.

Dos de las cinco vacunas candidatas se basan en esta metodología. La primera es la de Moderna, una compañía de biotecnología con sede en Massachusetts, que desarrolla el proyecto mRNA-1273, que es una vacuna encapsulada en nanopartículas de grasa que induce la producción de una proteína de espiga del Sars-CoV-2 completamente estabilizada y que ya ha demostrado producir anticuerpos de defensa.

Esta vacuna, en particular, terminó sus ensayos de fase 2 con dosis aplicadas a 600 participantes adultos e inició sus estudios de fase 3 respaldada con una inversión de 483 millones de dólares de la Autoridad de Investigación y Desarrollado Avanzado Biomédico (Barda, por sus siglas en inglés), que forma parte del HHS.

Y la segunda es el proyecto de Pfizer, en conjunto con la alemana BioNtech. Su desarrollo enfoca este ARN encapsulado también en nanopartículas lipídicas que inducen la producción de una proteína de la espiga S del Sars-CoV-2. En el momento, después de terminar sus ensayos en fase 2, están centrados en definir si se deben usar una o dos dosis para una mayor efectividad.

Este proyecto no ha buscado el apoyo financiero del gobierno de Estados Unidos para el desarrollo de su producto.

Vacunas de vectores virales verticales

Estos proyectos se basan en el principio de que las vacunas que utilizan virus atenuados garantizan además de una replicación del virus de forma inofensiva, respuestas de defensa mucho más robustas y sostenidas que las vacunas de virus muertos o de subunidades que requieren varias dosis o ayudantes.

En este caso las vacunas de vectores virales en lugar de usar versiones atenuadas del Sars-CoV-2 utilizan versiones competentes de otros virus con gran capacidad de replicación que transportan genes productores de partes del nuevo coronavirus dentro de las células humanas sin producir daño.

O en otras palabras, utilizan otros virus inofensivos para introducir a las células material genético capaz de producir pedazos estructurales del Sars-CoV-2 que engañan al sistema inmune del cuerpo para producir defensas duraderas.

El ejemplo más reciente de una vacuna producida bajo esta técnica fue la que se desarrolló contra el ébola por la empresa Merck Sharp & Dohme, que vectorizó la respuesta utilizando el virus de la estomatitis vesicular recombinante.

Merck Sharp & Dohme se metió en la competencia de la vacuna contra el Sars-CoV-2 y tiene un respaldo de 38 millones de dólares del Barda.

Vacuna de vectores por replicación de adenovirus defectuosos

A diferencia de la vacuna vectorizada que usa un virus inofensivo pero competente para replicarse como vector, los proyectos de este grupo acuden a un adenovirus de simio o de humano defectuoso para replicar partes del Sars-CoV-2. Los dos vectores (virus defectuosos) promueven la producción de una espiga del nuevo coronavirus utilizando genes específicos sobre células humanas.

Al igual que las vacunas ARNm, aún no hay de este tipo en el mercado para prevenir enfermedades. Y según los autores del estudio, su aplicación clínica se ha limitado solo para la rabia animal.

Johnson & Johnson utiliza el vector del adenovirus humano tipo 26, que tiene capacidad de entrar a las células pero sin infectar, y ya terminó los ensayos de fase 2 y da inicio a los de fase 3 con el apoyo de 456 millones de dólares para su desarrollo.

Por su parte, AstraZeneca en unión con la Universidad de Oxford usa el vector inofensivo de simio ChAdOx1 nCoV-19, que comenzó su fase 2 y empieza la fase 3 de pruebas masivas en humanos. Este laboratorio ha recibido 1.200 millones de dólares en fondos de parte de Barda.

En conclusión, las plataformas de vacunas experimentales y la naturaleza trágica de la pandemia han creado un terreno fértil para la innovación, dicen los investigadores. Y aunque ninguna de ellas tiene probado el éxito, los avances de la inmunización masiva ya son una base para procesos que no pueden echarse atrás.

Si bien en los últimos días algunas fuentes rusas han manifestado la existencia de una vacuna desarrollada en ese país ya disponible para su aplicación, lo cierto es que hasta ahora no se conocen estudios concretos que avalen dicho biológico.

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TOMADO DE: Eltiempo.com