Verónica Simán, de Naciones Unidas, habló sobre prácticas nocivas contra las niñas y mujeres.
Verónica Simán es representante del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) en Colombia y es la persona indicada para hablar sobre cómo está el país en información y políticas para eliminar algunas prácticas nocivas contra las mujeres y niñas, como el matrimonio infantil o la unión informal, y la mutilación genial femenina (MGF).
En entrevista con EL TIEMPO, habló sobre el informe del Estado de la Población Mundial 2020 –presentado hoy por el UNFPA–, que se centra en las prácticas nocivas contras las mujeres y niñas como el matrimonio infantil y la MGF, y que se lanzó hoy.
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Simán aseguró que la información que existe sobre el tema en Colombia es escasa y desactualizada. Que aunque en el país se intentó avanzar en el tema, al promover un proyecto de ley en el Congreso sobre prohibir el matrimonio con menores de edad, este fu eliminado.
Es poca la información que se tiene sobre mutilación genital y matrimonio infantil. ¿Qué hacer?
La información que tenemos en nuestras manos es insuficiente, porque nos muestra una foto de hace varios años y en mujeres de un rango de edad muy acotado. Esperamos que la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) que va a ser aplicada muy pronto nos permita no solo actualizar esta información, sino profundizarla más.
En cuanto a la información de mutilación genital femenina, la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia y el Fondo de Población de las Naciones Unidas lideran un proyecto con las principales instituciones nacionales para estudiar cómo mejorar los registros nacionales de la mutilación genital femenina, y hemos tenido hallazgos muy interesantes. Sin embargo, solo conocemos algunos casos puntuales, que solo son la punta del iceberg.
El Plan Nacional de Desarrollo ha incluido el tema entre sus prioridades, y esto es clave para darle visibilidad y para posicionarlo en la agenda pública del Gobierno Nacional y los gobiernos locales. Ahora, necesitamos aumentar los estudios, la información y los datos específicos, y en eso el esfuerzo del Gobierno debe ser acompañado también por la academia, la cooperación internacional y la sociedad civil.
Según el informe, ¿cómo está Colombia frente a otros países de la región?
Considerando la baja información confiable y precisa con la que cuentan todos los países de la región, es difícil saber esto a ciencia cierta. Por ejemplo, al igual que Colombia muchos países de la región como Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela y Cuba, entre otros, tienen alguna excepción que permite que niñas y adolescente contraigan matrimonio o se unan antes de cumplir la mayoría de edad.
En cuanto a mutilación genital femenina, Colombia es el único país de la región que ha reconocido que la práctica se da en algunas comunidades. Así, en cuanto a esta práctica sí tenemos un lugar diferenciado.
¿En términos de leyes, políticas y costumbres, qué tanto hemos avanzado en Colombia para atacar esas prácticas?
Colombia es uno de los países que contempla una excepción que permite los matrimonios en personas menores de 18 años, y hace poco fracasó en el Congreso una iniciativa que pretendía eliminar esta excepción.
Algunos argumentos para no votar a favor de la eliminación de la excepción se orientaban a afirmar que se estaba restando agencia a las y los niños y adolescentes al no poder decidir sobre este tema, cuando en verdad lo que sabemos es que la mayoría de matrimonios se dan con hombres mucho mayores, en niñas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica y que estos matrimonios generan una profunda vulnerabilidad a sus derechos humanos. Desde el UNFPA seguiremos abogando por la eliminación de esta excepción.
En lo que se refiere a la MGF, los avances han sido notorios, y en estos las organizaciones indígenas, las comunidades y las mujeres indígenas han tenido un rol protagónico. El UNFPA lleva años trabajando de la mano de las indígenas en la erradicación de la práctica y muchas comunidades se han comprometido a abandonarla. También los movimientos de mujeres indígenas cumplen un rol esencial en la transformación de los imaginarios frente a las niñas, su cuerpo y su sexualidad.
Hay un gran temor porque el abordaje y la respuesta a la práctica sea punitivo, y esto sería gravísimo. Se generaría acción con daño a los derechos constitucionales de los pueblos indígenas y se terminarían escondiendo los casos, cerrando la ventana del diálogo intercultural. Esto, en últimas, se traduce en un aumento del riesgo de MGF y de la letalidad, pues los casos que se complican ya ni siquiera serían llevados a los servicios estatales.
¿Desde el Fondo de Población de Naciones Unidas consideran que la cadena perpetua es la manera para evitar y castigar el abuso de los niños y niñas?
No hay una fórmula que la humanidad haya identificado para poner fin a este flagelo y ningún país del mundo puede afirmar que halló la solución. Sin implementar la cadena perpetua en Colombia las penas contra violadores de niñas y niños pueden llegar a ser de 60 años, y eso en muchos casos implica una cadena perpetua, pero las denuncias siguen siendo pocas y la impunidad sigue siendo muy alta.
Desconocemos los efectos específicos que esta medida pueda tener en el país, pero lo que sí sabemos es que debemos seguir trabajando y fortaleciendo medidas integrales e intersectoriales. Las decisiones orientadas a erradicar las violaciones y niñas y niñas deben estar guiadas siempre por la protección de los derechos humanos, y deben estar enfocadas en la prevención, atención integral y reparación. No podemos olvidar que en muchos casos las violencias sexuales se dan en el marco de las familias, y de nuevo la transformación de los roles y los imaginarios son esenciales.
¿Cómo ha impactado la pandemia la igualdad de género en Colombia?
La desigualdad y la discriminación de género y contra la mujer no es nueva, pero la pandemia ha tenido un efecto significativo en la profundización de estas brechas y en sus diversas manifestaciones.
Las violencias por razones de género y los feminicidios son ejemplos claros de esto. Las mujeres que vivían con sus agresores han quedado más vulnerables y más solas. La informalidad laboral, que ya era mucho más alta en mujeres, ha llevado a un aumento del desempleo en las mujeres y a un empobrecimiento de ellas y de sus hogares.
Las labores de cuidado, que ya eran desproporcionadamente cargadas a las mujeres, se vuelven más pronunciadas. Y podemos seguir pensando en situaciones específicas de desigualdad y discriminación contra las mujeres que tienden a empoderar en esta pandemia.
TATIANA ROJAS HERNÁNDEZ
Redacción Vida de hoy
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TOMADO DE: Eltiempo.com
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